J'AI LA HAINE “Todo contacto nuevo e inesperado con la realidad tendrá siempre de entrada efectos catastróficos.” Ludwig BINSWANGER, La curación infinita, 1921 “1. Hatred is the most extreme emotion (if it is an emotion). 2. Expression of hatred is more likely to provoke extreme social disapproval than expression of other emotions. 3. Displays of hatred exhibit more irrationality than displays of other emotions.” Samuel CAMERON, The Economics of Hate, 2009 “I like to read a murder mysteryI like to know the killer isn’t me” Erasure, Love to Hate you, 1991 Realizar una aproximación al odio implica dotar de un cuerpo -teórico, pero también físico- a una de las emociones, aparentemente, más denostadas. La propia etimología romana del término nos remite a esa conducta detestable, ese odium que incorporamos al castellano por vía culta. El abuso de la cursiva no es casual, implica un señalamiento, continuo y programado. Posiblemente mi necesitad de identificar el odio con un cuerpo esté construida desde una voluntad de visualizar la animadversión o porque éste siempre tendrá un contorno, una silueta, un marco en el que intentar esbozar, pese a lo elusivo, una definición. La propia historia de la filosofía señala al odio como un deseo de aniquilación en Aristóteles, la conciencia del mal en Descartes, un dolor debido a una causa externa en Spinoza o un sentimiento irreductible e indefinible en Hume. Por supuesto, junto a su propia visión personal existe un reflejo del momento histórico pero, sobre todo, una ejemplificación de como se instrumentalizaba este sentimiento en cada momento. “Muchas veces, en círculos feministas, he escuchado a mujeres blancas hablar de la hostilidad de una mujer negra en particular hacia las mujeres blancas, como si estos sentimientos no estuvieran arraigados en las relaciones históricas y en las interacciones contemporáneas. En lugar de explorar los motivos de que exista esta hostilidad o de otorgarle una legitimidad en cuanto que constituye una respuesta apropiada a la dominación o a la explotación, consideran que esta mujer tiene un comportamiento difícil, problemático, irracional y «loco».” bell HOOKS, Enseñar a transgredir. La educación como práctica de la libertad, 1994 Es evidente que el odio es una de las materias de nuestra educación sentimental, su complejo entramado de miedo, repulsión y superioridad se ha empleado desde siempre como un ejercicio de cohesión de grupo. La presencia de un enemigo ni tan siquiera es necesaria, lo importante es buscar como eludir nuestra responsabilidad, desplazarla y focalizarla en un punto ciego regido por el baremo de diferencia que se haya planteado. Algo tan inocente como distribuir la misma prenda en dos colores habrá definido ya a dos equipos y sembrará una rivalidad ancestral en el momento en que esa prenda sea de su propiedad. Son numerosos los estudios, como el ya citado de Cameron, Chavs de Owen Jones o Roots of Hate de Brustein (2003), que decodifican los modos de aprovechamiento de esta emoción, en un caso desde un punto de vista económico, en el segundo incluyendo junto al capital a la religión, la raza y la política como soportes que legitimarían el anti-semitismo. Así que vemos distintas advocaciones del odio, tantas que casi podríamos confundirlas con sus fundamentos y efectos. ¿Tan arbitrarios son los patrones que lo rigen? Casi tanto como los que hemos considerado que deben definir el amor o el deseo, ya que todos ellos necesitan de un objeto. No podemos establecer esas relaciones sin definir destinatarios, aunque estos seamos nosotros mismos, al menos en la estructura mental que propicia el castellano o el ingles, en francés se puede tener odio sin un objetivo. “Is there so much hate for the ones we love” Kate BUSH, Running Up that Hill (A Deal With God), 1985 “No, ¿Por qué debería odiarlo? ¿Cómo odia uno a un país, o lo ama? (…) yo no soy capaz. (…) ¿qué sentido tiene encerrar todo en una frontera, darle un nombre y dejar de amarlo donde el nombre cambia? ¿Qué es el amor al propio país? ¿El odio a lo que no es propio país? Nada bueno. ¿Solo amor propio?” Ursula K. LE GUIN, La mano izquierda de la oscuridad, 1973 Los aspectos relacionados con el odio nos permiten convertirnos en sujetos pasivos, no tenemos nada que ver con lo que aborrecemos o porque, o con los motivos por los que somos objeto de inquina por parte de otros. Pensar que el odio es una emoción educada también parece servir como atenuante. Podríamos afirmar que es algo ajeno a todos nosotros, mientras que las emociones que identificamos como positivas emanan, están tan cargadas de bondad que la compartimos inadvertidamente. Nos reconforta saber que no fuimos los asesinos cuando nuestro crimen se está cometiendo constantemente. Puede que nos rodee, como un efluvio o un exudado, o puede que estemos atrapados en su estructura. Se ha mencionado ya que sus patrones son arbitrarios, pero no por ello podemos pensar que son inocentes. La mera mención de un termino como crimen de odio lamentablemente nos proporcionara un listado de aquello que ha sido aceptable aborrecer: lo femenino, extranjero, racionalizado, desviado, loco, anciano, pobre, enfermo… “Será como en el teatro. Solo que veremos la acción y los personajes desde la platea, pero también de telones adentro. Así conoceremos los fosos, las parrillas, las poleas, los telones y teloncillos, las bambalinas, los maquinistas que mueven todo eso, el apuntador que desde su concha sopla el recitado” Arturo JAURETCHE, Los profetas del odio y la Yapa (La colonización pedagógica), 1967 “The Cabaret Voltaire was for art because "there were artists and bourgeois. You had to love one and hate the other." John ELDERFIELD, Hugo BALL, Flight Out of Time, 1996 El propio ámbito artístico ha instrumentalizado el odio, desde la aparición de las denominadas como vanguardias históricas ha sido el motor de innovación o de oposición y transgresión de lo trasnochado. Sigue siendo muy útil a día de hoy. Por eso es aún más productivo plantear un análisis interdisciplinar que parta y regrese al propio terreno del arte. Diego del Pozo Barriuso (Valladolid, 1974) planteó una investigación interdisciplinar que se presenta en esta muestra. Tanto la película como los dibujos y las esculturas nos aproximan al odio en un movimiento pendular que nos permite deconstruir sus estructuras al tiempo que lo define como un ente viscoso y circundante capaz de autoamplificarse. Partiendo de una documentación exhaustiva, que incluye la personalización de diversos crímenes de odio, el trabajo nos permite ahondar en aspectos como el cuerpo -propio y social-, modelos de representación, formalización y difusión, el capitalismo emocional o el malestar que nos atraviesa. Como en cualquier análisis el problema radica en la distancia respecto al sujeto, por eso esta coreografía nos obliga a posicionarnos y a repensar nuestros modos de contacto, parpadeando perplejos, sorprendidos tanto por la bofetada como por la caricia. Eduardo García Nieto Comisario independiente y educador
Obras disponibles
Fantasías, fantasmas y fósiles Diego del Pozo Barriuso
Series de dibujos sobre papeles de poliéster y acetatos con caja de luz Dimensiones Variables Pieza única
Esta obra ha sido expuesta en las siguientes exposiciones: OÍDO ODIO
Oído Odio Diego del Pozo Barriuso
Vídeo 2K, Color, Estéreo, 43'44' Edición 1/3 + 2PA
Esta obra ha sido expuesta en las siguientes exposiciones: OÍDO ODIO
Masa de Odio Diego del Pozo Barriuso
Impresión sobre papel fotográfico Hahnemühle Photo Rag Baryta 315 gr. Edición 1/5 + PA 42 x 23,6 cm
Esta obra ha sido expuesta en las siguientes exposiciones: OÍDO ODIO
Vacíos de Odio Diego del Pozo Barriuso
Serie de 3 impresiones sobre papel fotográfico Hahnemühle Photo Rag Baryta 315 gr. 42 x 23,6 cm c/u- e/u Edición 1/5 + PA
Esta obra ha sido expuesta en las siguientes exposiciones: OÍDO ODIO