Eli Cortiñas
Artista de Las Palmas, reconstruye identidades a través de material audiovisual, cuestionando la autenticidad, el poder y la representación en los medios.
Eli Cortiñas, 1979, Las Palmas de Gran Canaria
Trabajo apropiándome de material audiovisual ya existente reconstruyendo con él identidades y narrativas acorde a nuevos escenarios, alterando su ADN mediante técnicas de la “fabulación crítica” (Saidiya Hartman) y la “especulación colectiva” (Bouchra Khalili) e invocando el espíritu de la memoria colectiva mientras se resignifican las imágenes. Para mis video-ensayos e instalaciones me valgo de material que proviene tanto del cine, como de noticieros, canales de YouTube, series de televisión, prensa, redes sociales, anuncios, animación, y a la vez también de material audiovisual adquirido en plataformas que se dedican a la producción de imágenes genéricas con fines comerciales. Todo este material se convierte en una amalgama que junto con mis propias grabaciones y sin establecer ni diferencias en su uso, ni un orden de valores entre el material “original” y el apropiado, muestran abiertamente las fuentes de proveniencia del propio material. Un gesto muy consciente que conforma el giro más fundamental dentro de mi proceso artístico, ya que con él se revelan los diferentes dispositivos, modalidades de consumo y recepción, calidad y valor de producción, y las categorías visuales desde las que operan las diferentes narrativas de masas. Me interesa mucho la dialéctica entre la autenticidad y la representación dentro de los a menudo infructuosos y violentos discursos de identidad y el desmantelamiento de las asimetrías de poder y de la engañosa construcción de la subalternidad y los procesos de alteridad dentro de la producción audiovisual occidental. Los dispositivos electrónicos provistos de lentes para producir imágenes y las redes sociales trajeron consigo un cambio de paradigma tremendamente significativo en cuanto a la creación, distribución y consumo de las imágenes, un shift techno-cultural-social sobre el cual reflexiono en mi trabajo. Cuestionando la nueva creación y circulación de imágenes que opera bajo la apariencia de una democratización de las narrativas – a pesar de que el poder de las corrientes y estéticas dominantes, especialmente en la esfera digital, siga estando en manos de unas pocas entidades, extremadamente ágiles co-optando y capitalizando cualquier movimiento de contestación y resistencia para fines comerciales y/o ideológicos. Se vuelve cada más difícil encontrar espacios que escapen a la normatividad, a los sistemas de control y monitorización de afectos y al capitalismo de vigilancia. Édouard Glissant decía "Si queremos entender mejor el mundo, tenemos que temblar con él” Pero, ¿son esos mundos que aparentemente construimos como artistas los mundos con los que temblaremos? ¿Con que tiemblan las gated communities? ¿O lxs internxs de las cárceles? ¿O los campos de concentración donde se encierra a las personas que migran? ¿Quién tiembla con los ríos, los océanos, los bosques, las plantas, las aves y todas las demás especies? ¿Quién tiembla en las minas que extraen coltán para nuestros móviles? ¿Es acaso temblar hacer mundo?